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La experiencia competitiva se acabó. Lo que perdurará serán las vivencias para repasar los momentos que llevarán a otras generaciones representar a Puerto Rico en el deporte de la vela. Esa es la meta de la primera mujer en ser tripulante en una nave olímpica mixta con el legendario Enrique “Quique” Figueroa: Gretchen Ortiz Pacheco.“Toda mi experiencia, al igual que todas las personas que me han ayudado a lo que yo soy junto a su conocimiento, es lo que daré. Desde que aprendí esa lección que había que pasar ese conocimiento he tratado de hacer lo mismo”, dijo una sentimental olímpica.

“Sí, quiero seguir ayudando a futuras generaciones y echar para adelante”, sostuvo con la mira hacia el horizonte.

Ortiz Pacheco viene de un deporte en el que el físico es necesario para anotar un gol. La jugadora de balompié cambió su vida a los 24 años cuando decidió recorrer los misterios del mar en diferentes naves. Desde ese momento, emprendió un viaje por el Caribe que la llevó en el 2019 a ser la pareja de Figueroa en el bote Nacra 17 en los Juegos Panamericanos en Lima, Perú. En dos años fue puliendo destrezas y su relación dentro y fuera del mar para llegar con su timonel a Tokio 2020.

“Ambos eventos fueron unas experiencias impresionantes y mucho más al lado de Quique Figueroa, que lo admiro un montón por su dedicación y sus ganas de seguir representando a Puerto Rico. Es un placer haber representado a Puerto Rico en esos dos eventos”, dijo la instructora de vela. 

Como en toda relación, debe existir comunicación y química para lograr los objetivos trazados. Aprender a conocerse para que ninguno de los dos falle en un bote que va a 31.7 millas aproximadamente en el medio del mar.

“Como toda pareja fue aprender a comunicarse, aprender a conocer cada personalidad, aprender a bregar y manejar esas diferencias. Logramos entendernos en tan poco tiempo. Somos una pareja relativamente joven. Solo llevamos dos años versus muchas parejas de navegantes que llevan varios ciclos olímpicos. Hicimos lo posible para lograr esa comunicación”, dijo la tripulante puertorriqueña.

A pesar de que ama el mar y se transforma con el olor de la sal, Ortiz Pacheco ha tenido el reto de salir ilesa de las caídas en el Nacra 17.

“A la verdad que, en ese bote particular uno debe tener mucha confianza con su pareja y especialmente con su timonel. Es de parte y parte. Realmente a mí me gustan mis piezas (se ríe al señalar su cuerpo) y ahora ponerme a buscar esa persona con esa mano y en ese barco va a ser un poquito difícil. Quizás, lo trato. Nuevos jóvenes tienen que salir en esa nave”, indicó pensando en el posible retiro de quien se conoce como “El Lobo del Mar”.

Ortiz Pacheco desea que todo puertorriqueño pueda aprovechar las “bendiciones del mar, porque siendo una isla podemos sacar más potenciales deportistas”.

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